El humorista tucumano Miguel Martín visitó la mesa de Juana Viale y, fiel a su estilo, dejó a todos entre risas con el relato sobre el nacimiento de su entrañable personaje: El Oficial Gordillo. Pero además, se robó todas las miradas con un insólito regalo que despertó nostalgia y carcajadas.
Durante la charla, Miguel compartió una anécdota que combina picardía, juventud y observación: el momento en que, siendo apenas un adolescente, su madre le lavó un pantalón blanco sin darse cuenta de que en el bolsillo estaba su cédula de identidad. En aquellos tiempos, explicó, la cédula era un documento plastificado, distinto al DNI actual.
Al intentar renovarla en la policía de Tucumán, vivió una experiencia tan surrealista como cómica: el oficial que lo atendió no le creyó que su apellido real fuera “Martín” y lo quiso corregir por “Martínez”. “Si él toma las denuncias, no lo puedo denunciar”, bromeó el humorista.
Ese instante, en una pequeña oficina con escritorio marrón y una vieja máquina de escribir, sembró la semilla de lo que más tarde sería el personaje Gordillo, un policía desopilante inspirado en las situaciones reales que Miguel empezó a observar con más atención desde ese día.
“Mi mamá me decía: ‘¡Sos un boludo! ¿Cómo no le vas a decir?’ Y yo le tenía miedo, ¿cómo le iba a decir?”, recordó entre risas.
Pero el momento más llamativo de su visita llegó cuando Miguel decidió llevar un regalo muy especial y “típicamente tucumano” para Juana: el famoso “limón de casamiento”. Se trata de un centro de mesa tradicional que consiste en un limón decorado con escarbadientes clavados, algo muy común en celebraciones del interior del país.
“Esto lo ponían en las mesas de los cumpleaños o casamientos como decoración y servicio comunitario. Sabor a limón, te mata todos los bichos”, explicó entre carcajadas, mientras Juana y los invitados observaban el curioso objeto. “¡Una obra de arte tucumana!”, agregó con orgullo.